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martes, 3 de enero de 2017

El colapsismo llega a la cultura popular: Destrozares. Canciones para el final de los tiempos.

La cultura popular refleja en cierto grado el pensamiento colectivo, y al mismo tiempo la obra artística sin duda también influye en cómo imaginamos el mundo. En este sentido es de agradecer que la idea del colapso llegue al rock&roll nacional, aunque conviva, paradójicamente, con una idea de progreso ilimitado que es dominante.



Frente a la idea de progreso ilimitado que nos sigue llegando desde los medios, la política o las instituciones académicas (en este último caso con bastantes excepciones, dependiendo de la disciplina y lo cercana al poder que esté), todos ellos muy ligados entre sí, y dependientes del poder económico, desgraciadamente, el arte nos ha transmitido una imagen más ambigua ¿Quién no recuerda películas como Mad Max (1979), 1997: Rescate en Nueva York (1981) o Waterworld (1995)? Esta idea de un futuro lamentable por culpa de nuestros pecados presentes ha llegado, timidamente, al rock nacional de la mano de Robe Iniesta y su disco Destrozares. Canciones para el final de los tiempos.

¿Por qué digo “timidamente”? Porque dejando a un lado el título y una canción en concreto, el álbum no es demasiado colapsista. Para calificarlo de esa forma tenemos que escuchar la rueda de prensa de presentación del disco, en concreto el final, a partir de los 48 minutos y 35 segundos. Transcribo a continuación la rueda prensa desde ese instante:

Periodista: Robe a propósito de esto, el espíritu de este disco probablemente ya estaba en canciones como La vereda de la puerta de atrás ¿no? cuando cantabas “muere a todas horas gente dentro de mi televisor, quiero oír una canción que no hable de sandeces y que diga que nos sobra el amor” ¿no? Y bueno, que tiempos tan oscuros vivimos ¿no?
Robe: ¿Cómo? ¿lo último?
Periodista: Que digo que qué tiempos más oscuros vivimos un poco a propósito de la canción esta de Maldita humanidad
Robe: Sí, sí que vivimos tiempos oscuros y peligrosos y que además estamos todos un poco como en la nube ¿no? No sé, empiezas a ver como está la realidad del mundo en todos los aspectos y es increíble que de aquí a, no sé, cincuenta años, cien, la gente se preguntará quién eran esos tipos que vivieron en esta época que lo dejaron todo hecho una puta basura.
Periodista: Si queda alguien ¿no?
Robe: Si queda alguien, si queda alguien para decirlo, pero seguro que si queda alguien van a pensar eso, ¿cómo era esa sociedad de egoísta que lo único que quería era, el que venga después, que se apañe?, acabar con los recursos, dejar el planeta hecho una mierda, con un riesgo continuo de que desaparezca todo de repente, yo me imagino a esas generaciones, los nietos de nuestros nietos que dirán, que tipejos, que gentuza andaba por el mundo en el siglo XX – XXI, que gentuza ¿cómo dejaron esto así? Realmente lo estamos viendo ¿no? Estamos viendo que, de como era el mundo hace cincuenta años a como es hoy, a como, o sea, en cuanto se refiere al planeta y a la nueva época que hemos entrado que no me acuerdo como se llama, de que se empieza a ver ya la huella del hombre en el planeta... es terrible ¿no?, terrible.
Periodista: Otros artistas han cantado esto mismo con un sonido impresionante, Roger Waters lo hizo en Amused to Death del año 92 “Condenados a la extinción” ¿no? Y ahora Metallica el título de su disco también va por estos derroteros ¿no? ¿Te sientes en este espíritu del yo minoría absoluta? De que cada día somos un granito de arena y somos cada día más pequeños y no podemos hacer nada por cambiar el rumbo de las cosas.
Robe: No. No lo siento, no siento eso, siento que sí podemos cambiar el mundo, siento que lo podemos hacer, ¿que el disco esté un poco hasta los cojones? Puede ser. Y que haya letras... por eso hablo de mis carencias y de mis errores y de todo eso, pero sí que se puede cambiar el mundo, cambiando, hay que cambiarse cada uno mismo, no es decir “ a ver el señor tal, el señor presidente de tal sitio va a cambiar”, no, no, es cambiar dentro de cada uno, es que somos todos, yo no estoy diciendo que yo sea la hostia y los demás seáis malos, no, no, somos todos, y tenemos que cambiar la manera de pensar todos, y bueno, ya lo decía antes, yo no es que me esfuerce en hacer ahora un crítica o en hacer una llamada de atención son cosas que me salen quizás por lo que tengo alrededor, a veces tienes alrededor cosas muy feas, te tienes que tapar los ojos y meterte en cosas bonitas pero a veces no puedes, y quizás pues se refleja en las canciones lo que hay a tu alrededor y lo que tienes dentro.

Lo cierto es que el álbum es, en un cierto y extraño sentido optimista. Para empezar, habría que matizar que más que en una descripción de las razones que nos llevan al colapso, lo que se transmite es una respuesta emocional ante esa situación: ¿qué me hace sentir a mi eso? Es una cuestión de enorme interés y transcendencia porque nos está contando lo que siente una persona, el autor, que sí, es cierto, es sólo una persona, pero que tiene un reflejo en los consumidores que van a escuchar el disco, que conocen al autor y en parte pueden sentirse identificados con él. Por tanto, por muchas razones, debemos deducir que la visión del artista representa al menos en parte la de otras muchas personas, ya que en caso contrario no escucharían el disco.

Y el álbum tiene ese punto de optimismo porque lo que transmite es lo que yo denomino “el repliegue a la ciudadela interior”. Es decir, ante la visión de un mundo que nos es ajeno, hostil y que vemos precipitarse hacia todo aquello que más odiamos, incluido su propia destrucción, el individuo se repliega a su mundo interior, donde trata de encontrar la belleza, el sentido. Canciones que desarrollan de forma muy clara este tema son Hoy al mundo renuncio y Puta humanidad. Ambas canciones nos hablan de un entorno, social, hostil, del desprecio por la sociedad y el repliegue hacia el interior del individuo que en estos dos temas busca la redención en los sentimientos que le inspira el ser amado. Por citar unas estrofas del primero de los temas:

puede ser que esté cansado de mirar y no ver más que anuncios de mierda,
pero hoy al mundo renuncio, juro que hoy al mundo renuncio.
...
Vivo siempre fuera de todas las reglas,
mi única bandera son sus bragas negras,




Vemos que hay una parte de rechazo del entorno social creado por la colectividad y una redención en aquello que todavía es salvable, que en este caso son las bragas del ser amado.

La única canción del álbum que es rotundamente colapsista es Cartas desde Gaia, en parte por su referencia a Gaia, la madre tierra, la naturaleza. En este tema el patrón es similar, repliegue a la ciudadela interior ante la hostilidad de la sociedad, pero aquí el elemento redentor no es el amor, es la belleza de un planeta libre de la interferencia humana, es la belleza de una Gaia con la que el autor puede entrar en conexión, es la madre libre del castigo de un hijo psicópata.

Hoy, hoy no pienso transigir,
no voy a dudar.
Hoy voy a dejarme fluir,
os vais a cagar.
Si un meteorito ayudara un poquito y barriera a la humanidad.
Si sólo quedara un microbio vivito, él pudiera recomenzar.
Del mar,
soñar
que hundiera algún velero.
Soñar,
que el mar
anega al mundo entero, el mundo entero, el mundo entero y soñar,




Robe nos habla sobre todo de sus sentimientos ante un mundo que se ha vuelto hostil. Se echa de menos un énfasis mayor en el deterioro medioambiental y el riesgo que ello supone para nuestro futuro, aunque por sus declaraciones parece ser muy consciente de esta cuestión. Pero el medio condiciona el mensaje, y predomina la parte emocional, que en el fondo lo que transmite es esperanza. Esperanza dado que nos queda la belleza del mundo, y nos queda el ser amado, y para amar es necesaria la confianza, o fe racional, en el ser amado y en la humanidad. Si un ser humano es capaz de amar, a otro ser humano o a la naturaleza, otros pueden sentir lo mismo, y por lo tanto hay esperanza, mientras individualmente seamos conscientes de los problemas y trepemos la escalera de la conciencia, una solución que olvida el trabajo colectivo y la colaboración, pero que sin duda es un ingrediente necesario para solucionar el problema.

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