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lunes, 14 de marzo de 2016

Donald Trump: Instrucciones de uso


Según se desarrollan las elecciones primarias en EEUU hemos podido observar como los medios cambiaban el tono respecto a Donald Trump, un auténtico fenómeno mediático que ha puesto patas arriba el proceso electoral en Estados Unidos, al menos y por el momento en el partido republicano. Con el avance del proceso, y los sucesivos éxitos del empresario norteamericano, el que era un bufón histriónico ha pasado a ser el hombre más peligroso del mundo, según el semanario Der Spiegel. Para los neoliberales, Trump ha superado al papa Francisco en el ranking de hombre peligroso. Veamos cuáles son sus ideas para entender por qué.

En primer lugar conviene señalar que las declaraciones públicas de Trump son relevantes no tanto porque él o su pensamiento sean importantes sino porque nos muestra lo que sus votantes están dispuestos a apoyar. Una rápida búsqueda por internet nos lleva a un artículo de la BBC 10 ideas polémicas en las que Donald Trump realmente cree, que he utilizado como fuente de partida, y que iré completando con otras fuentes que enlazaré en el momento de ser utilizadas.

Lo primero que llama la atención, de forma muy negativa, es el escaso respeto de Trump por los derechos humanos. El magnate se muestra partidario de utilizar torturas como el ahogamiento simulado en la lucha antiterrorista. El fin justifica los medios. En este sentido no va mucho más lejos de lo que ya ha hecho Estados Unidos en Guantánamo y sobre el terreno. Aun así no deja de ser un paso más reconocer públicamente y sin paños calientes que las torturas no son responsabilidad de soldados descontrolados o algunos mandos del ejército y los servicios secretos, y que pueden ser santificadas por el sistema y sus máximos responsables. La ira y el miedo venden votos.

Sin embargo, alejándose de la política convencional norteamericana y en especial de la ortodoxia de su partido, Trump se muestra poco agresivo en política exterior. Afirma que el mundo estaría mejor con Gadafi y Hussein, y declara admirar al presidente ruso Vladimir Putin ¿Estrategia de distensión? Trump lo tiene claro, el presidente sirio Bashar al Ásad es malo, pero ello no implica que EEUU deba intervenir, según sus propias palabras:

Los Estados Unidos deben 19 billones de dólares. Tenemos que poner en orden nuestra casa. No podemos ir a cualquier país con el que no estemos contentos y decir que vamos a recrearlo. No ha funcionado.

Pero las sorpresas no acaban ahí, no sólo muestra admiración por el presidente del país por el que la OTAN se resiste a disolverse, Vladimir Putin, una vez las funciones para las que fue creada han dejado de tener sentido tras el colapso de la URSS, sino que se muestra crítico con hasta ahora grandes aliados de EEUU como Alemania, Japón y, sorpresa, Arabia Saudí. De los saudíes, los japoneses y los chinos dice que están “estafando a América” También lo dice de los mexicanos, aunque evidentemente las razones no son las mismas ¿Hay un nexo de unión entre todas estas declaraciones críticas hacia potencias extranjeras? Llamadme paranoico, pero la hay, el magnate se muestra crítico con los principales países que presentan graves desequilibrios comerciales favorables.

En la imagen se observan los superávits de China, Japón, Alemania y los exportadores de petróleo

Hace años, en un ensayo en mi blog personal en el que indagaba sobre los vínculos entre la globalización y la crisis financiera global, centrándome en las relaciones económicas entre EEUU y China, citaba un artículo en el que se descartaba una posible guerra comercial entre ambos países.

Los estadounidenses están cada vez más preocupados por la creciente influencia económica de China. Con tasas de crecimiento constantemente por encima del nueve por ciento, lo acusan de robar empleos en Estados Unidos, de mantener el yuan infravalorado por vinculación al dólar, de exportar deflación mediante la venta de sus productos en el extranjero a precios desleales, de violar los derechos de sus trabajadores para mantener costos laborales bajos, y de no cumplir sus compromisos con la Organización Mundial del Comercio (OMC).
China no está robando empleos en Estados Unidos o utilizando prácticas desleales de comercio para socavar nuestro poderío económico y exportar su camino hacia el poder global. De hecho, casi el 60 por ciento de las exportaciones chinas a los Estados Unidos son producidas por empresas de propiedad extranjera, muchas de ellas estadounidenses. Estas empresas han trasladado sus operaciones al extranjero en respuesta a las presiones competitivas hacía costos de producción más bajos, y así ofrecer mejores precios a los consumidores y una mayor rentabilidad para los accionistas. Importadores estadounidenses con posiciones dominantes en China, tales como Wal-Mart y Hallmark, tienen el poder de obligar a los proveedores chinos a mantener sus costos lo más bajos posibles. Tan solo Wal-Mart compró $ 18000 millones de dólares en productos chinos en 2004, convirtiéndose en el octavo mayor socio comercial de China - por delante de Australia, Canadá y Rusia.
Entonces, ¿de quién es realmente "la culpa" de "la deflación exportada" de China y del aumento de sus exportaciones? Los importadores estadounidenses, los consumidores estadounidenses que compran productos chinos a precios muy bajos, y los accionistas estadounidenses que exigen resultados. Una guerra comercial sostenida con China dañaría a estos grupos más que a nadie.

Curiosamente, el 8 de marzo Trump conseguía una abultada victoria en Michigan, estado donde se ubica “el cinturón del óxido”, un antiguo núcleo industrial ahora en completa decadencia debido a la deslocalización en masa de la industria. Allí se encuentran ciudades como Detroit o Flint, famosas por su estado ruinoso, y la quiebra de sus finanzas públicas (en Flint, las medidas de austeridad promovidas en el municipio por el gobierno estatal han llevado al envenenamiento de la población por consumo de agua contaminada).

Los habitantes de Detroit y Flint no simpatizan con los intereses de los accionistas de las corporaciones americanas que fabrican en China, ni se sienten agradecidos por los bajos precios de los productos que pueden adquirir en Wall-Mart como consumidores, por eso votan a Trump, que promete imponer un arancel del 45% a los productos importados de China. El empresario se desmarca de la narrativa sobre el libre comercio que domina su partido y apuesta por el proteccionismo.

Estamos ante una política que aprovecha el malestar de la población con las élites y con la globalización, y como no, hace hincapié en otro aspecto destacado de ella, los movimientos migratorios. Si bien la crisis de refugiados en Europa y las concesiones decepcionantes hacia el autoritario gobierno turco ponen de manifiesto que detrás de las sociedades que dicen defender valores elevados de democracia y solidaridad lo único que hay es una narrativa para tranquilizar conciencias, Trump va más allá, él no tiene porqué articular ningún falso discurso de solidaridad y altruismo, así que habla sin tapujos de construir un muro que separe México de Estados Unidos, de deportar a los 11 millones de inmigrantes ilegales que se estima viven en EEUU, o de prohibir la entrada de musulmanes en el país.

Otro punto destacable de su discurso es su actitud hacia las políticas sociales, y aquí se sitúa muy a la izquierda del partido republicano. Para Trump no es aceptable que alguien muera sin seguro médico. Vale la pena leer esta cita de Paul Krugman al respecto:

Lo que ha hecho Donald Trump es decirles a las bases que no tienen que aceptar el paquete completo. Promete conseguir que Estados Unidos vuelva a ser blanco —sin duda, todo el mundo sabe que ese es el verdadero eslogan, ¿verdad?— a la vez que promete proteger la Seguridad Social y Medicare, y alude (aunque no lo proponga claramente) a una subida de impuestos a los ricos. Los republicanos del sistema, indignados, farfullan que Trump no es un conservador de verdad, pero resulta que muchos de los votantes del partido tampoco lo son.

Por último, y aunque en esto no se separa de la ortodoxia de su partido, Trump es negacionista del cambio climático, quizás porque los perdedores de la crisis y la globalización añoran un mundo de crecimiento infinito, aunque ello sea claramente falaz e indeseable.

Estas son las ideas de Trump, y a estas alturas es posible que sientas un cierto regusto agridulce. Es mi caso, tiene ideas nefastas, pero no puedo negar que algunas me agradan. Entonces ¿por qué se dice que es el hombre más peligroso del mundo? Trump es un outsider que critica los fundamentos mismos del sistema, de todo lo que han construido los tecnócratas que han tutelado nuestras democracias durante los últimos cuarenta años, y a los que la crisis, y su incapacidad para entenderla y resolverla, ha dejado fuera de juego, aunque ellos todavía no lo admitan. Trump dispara contra la globalización, la libertad de movimiento de mercancías, capitales y personas, aunque esta última nunca haya sido real, sino más bien un sentimiento difuso de solidaridad y un ideal que se alcanzaría en el largo plazo, una vez el planeta se hubiese “modernizado” lo suficiente.

Del auge de Trump podemos extraer lecciones que deberíamos aprender, dado que de ellas depende en gran medida el que será nuestro futuro en el medio plazo. Lo que nos muestra su éxito es que desde la derecha está siendo muy fácil adueñarse del sentimiento anti-globalización, un sentimiento que vimos eclosionar entre la izquierda, en la llamada batalla de Seattle, y que se expresó al principio de forma violenta hasta la muerte de Carlo Giuliani en Génova, dos años más tarde. Posteriormente este movimiento ha seguido, aunque sin llegar a permear al conjunto de la sociedad como lo hace el discurso de Trump. La razón es obvia, el discurso de la confrontación es más sencillo de articular que el discurso de la solidaridad. Es una cuestión de valores, Trump puede saltárselos, los que rechazan la globalización por la izquierda no, y uno de los valores de la izquierda es el internacionalismo. Eso les coloca en una posición incómoda, ya que si critican la globalización inmediatamente se ven forzados a ofrecer una alternativa, para no ser vistos como nacionalistas.

Quizás la respuesta la tiene el otro outsider de estas elecciones primarias, Bernie Sanders. Sanders apela también al proteccionismo, pero no renuncia a los valores de izquierda. La clave está en defender el proteccionismo mientras al mismo tiempo se defiende la solidaridad y la cooperación entre estados. Una cooperación articulada por instituciones distintas al mercado ¿Cuáles? Esa es la respuesta que hay que construir, desde Europa Yanis Varoufakis es la cabeza visible de un movimiento que apuesta por la democracia como institución que articule la cooperación, de forma muy genérica de momento, y ya veremos si efectiva.

Sin embargo, debo reconocer mi pesimismo al respecto, se ha avanzado muy poco en todo este tiempo, y el éxito de Trump hace prever que será la derecha (es posible que no el propio Trump, sino alguien posterior) quién comenzará los grandes cambios, porque es evidente que el sistema actual no se sostiene, como hemos discutido ampliamente en este blog. La izquierda aparece nuevamente presa de sus propias concepciones, y tenderá a la irrelevancia como ya ocurrió en una situación similar durante el periodo de entreguerras en el siglo XX. Para que ello no ocurra, urge la construcción de un movimiento antiglobalización desde la izquierda, que sea pragmático y con capacidad de conectar con la ciudadanía.

Una última cuestión que se deriva de mi razonamiento anterior es que nuestra crítica a Trump debe ser matizada, criticando aquello que no nos gusta y alabando aquello que nos parece positivo. Una crítica cerrada, frontal, nos sitúa junto a der Spiegel, en el bando neoliberal, y hace que nos asimilemos a ellos. Es la incómoda postura en la que está el partido socialista francés, y que le condena a ser un partido de tercera o cuarta en breve plazo. Es una postura que impide desarrollar el discurso antiglobalización, y que por lo tanto nos condena al desastre y nos hace cómplices de él.

17 comentarios:

  1. El éxito de trump se debe a una simple y sencilla razón: el empobrecimento de los americanos a raíz de la crisis económica generada y heredada por Bush jr a Obama.
    'The poorly educated' como llamó trump a sus seguidores son los que han perdido sus trabajos, casas y han visto deteriorado su nivel de vida.
    'The poorly educated' como llamó trump a sus seguidores, que debido a su condición, creen que su presidente debe ser un superheroe y que él solo podrá luchar contra el congreso, las corporaciones, los emigrantes ilegales, los musulmanes, los chinos y un largo etcétera con soluciones ridículas y fáciles.
    'The poorly educated', como trump llamó a sus seguidores, celebró la invasión de Irak con el pretexto de posesión de armas de destrucción masiva que nunca existieron, que le costaron a los EEUU un montón de dinero.
    Lo que trump ha hecho y muy bien es envenenar la convivencia de la sociedad de los EEUU y ha dejado ver que la intolerancia racional sigue bien viva entre sus miembros.
    En algo tu comentario tiene razón, el partido republicano no quiere a trump como su candidato, no por su vulgaridad, sino porque no es lo suficientemente de derecha, el ataque a las corporaciones, con las que trump hace negocios, la defensa al derecho de un seguro médico proveído por el estado, el proteccionismo económico, no son banderas republicanas.
    Personalmente no defendería a trump como propones; como crítico de un sistema que lo ha enriquecido me parece un hombre hipócrita, como político oportunista que exacerbando las emociones de sus seguidores les ofrece soluciones absurdas para problemas complejos me parece un hombre ignorante; como bufón es demasiado vulgar y cínico para hacerme reír. Todo esto les va bien a los americanos pero no al resto del mundo.

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    1. Yo no propongo defender a Trump, no es eso lo que está escrito en el texto. Lee mejor, gracias.

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  2. Aquí os dejo una interesante perspectiva de Trump desde la ciencia cognitiva. Lakoff que ha escrito bastante sobre política americana muestra a través de su encuadre y metáforas de conservadores, progresistas y biconceptuales como el discurso de Trump resuena en os votantes para obtener votos.
    http://evonomics.com/no-one-knows-why-trump-is-winning/

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    1. Realmente interesante el analisis de Lakoff.

      Para mi es una muy buena explicacion de porque no existe autentica division entre derecha e izquierda en los EEUU, ni conciencia de ello, merced a una narrativa que la niega, que pretende que no hay clases sociales, tan solo una gradacion de sujetos caracterizados por su habilidad para optimizar sus oportunidades.

      Se pretende allá que todos son profugos del feudalismo europeo y que su unico enemigo es el colonialista britanico. Se publicitan ostentoreamente los casos de individualidades que ascendieron desde el arroyo, incluso los ricos por herencia y vinculos sociales gustan presentar una juventud inquieta y en conflicto con su medio, pero que merced una audacia y vision peculiares, bajo el impulso de una constancia y laboriosidad refractaria al desaliento, encontraron o crearon un nicho de negocio que les encumbró por meritos propios.

      Si se hace un estudio sociologico se descubre que en su mayoria los ricos de hoy tienen vinculos sociales o de parentesco con quienes ya eran ricos en los tiempos fundacionales... igual que sucede en todas partes.

      Es profundamente ironico que los daminificados por las politicas que han hecho ricos y mucho mas ricos a sujetos como Trump se identifiquen con un sujeto como ese.



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    2. Gracias Bienestar,

      Muy interesante. El análisis es extenso y refleja por qué la gente se identifica con ese discurso, pero lo que más ha llamado la atención es el final... da a entender que hay que preocuparse, ergo, Trump puede ganar.

      un saludo,

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  3. Asier García Moradillo20 de marzo de 2016, 1:47

    Me gustaría dejar aquí este otro análisis, de John Michael Greer, en el que defiende, si no recuerdo mal, que Trump apela al resentimiento que siente la clase "jornalera" (el la llama wage class, que vendrían a ser los empleados temporales o precarizados) hacia la clase asalariada, porque desde el inicio de la globalización/neoliberalismo la gran mayoría de las medidas tomadas por las sucesivas administraciones han favorecido sistemáticamente a la segunda en perjuicio de la primera. Es interesante porque esto enlaza con una teoría u apreciación suya, no sé cómo llamarlo, de que en realidad la guerra de clases no es del 1% frente al 99%, sino del 20% frente al 80%, y claro, esas clases asalariadas que han prosperado en comparación con el resto en los últimos 35 años forman parte en su mayoría de ese 20%. No es posible gobernar, por mucho poder que las élites tengan, sin el apoyo de una parte sustancial de la población, y ese "19%" comulgaría en el fondo con las políticas que perjudican gravemente al resto de la población, por mucho que de puertas para afuera se las diesen de progresistas. Bueno, esto último es interpretación mía de la tesis de Greer.

    El artículo es este:
    http://thearchdruidreport.blogspot.com.es/2016/01/donald-trump-and-politics-of-resentment.html

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    1. Encuentro curiosa la relacion 1%-90% versus la relacion 20%-80.

      La segunda parece tener resonancias del elitismo parettiano.
      (https://es.wikipedia.org/wiki/Principio_de_Pareto)

      Me ha parecido interesante el calificativo de progre aplicado a ese 19% asalariado, esos pretorianos asalariados y bien cebados por el 1%.

      En realidad la digamos fraccion conservadora es una amalgama de lo peor del 20% y del 80%; unos por puro y cinico interes, otros por manipulacion propagandistica y limitacion contextual.

      La fraccion "progre" es una amalgama de lo mejor del 80% y lo mejor del 20%, o sea elementos de uno y otro lado del barranco que reune un combinado de conciencia, conocimiento y decencia, o sea no orientados por el cinico y crudo interes ni victimas predestinadas de la manipulacion y la situacion.

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    2. Asier García Moradillo22 de marzo de 2016, 16:18

      Lo que dices es muy interesante (no conocía el Principio de Pareto); también quisiera añadir dos cosas: no aplicaba el calificativo de progre a todos los integrantes del 19%, sino sólo a la fracción de esa "clase" que, por ejemplo, se indigna ante la popularidad de Trump, cuando se ha visto beneficiada (por lo menos relativamente) por décadas de medidas que han perjudicado precisa e invariablemente a la gente que ahora está dispuesta a votarle. Segundo, aclarar que Greer no dice nada de la distribución 20/80 (aprox.) en ese artículo, pero sí que recuerdo habérselo leído en algún otro post.


      No sé si definiría la fracción conservadora como lo peor frente a lo mejor de la progresista; el propio Greer creo que tiende más a una ideología conservadora. Sé que uno de los principios de la ideología neoliberal es la perversión orwelliana del significado de las palabras, pero conservador viene de conservación, y Greer siempre dice que, cuando todavía era posible una transición ordenada, el esfuerzo verdaderamente importante debería haber sido por la conservación del medio ambiente, por encima de la sustitución de las fuentes de energía. Por otro lado, quizás habría sido más apropiado sustituir progresista por liberal; en Estados Unidos, por lo menos, creo que es así como se les llama a los que aquí diríamos "progres".

      Siguiendo con Greer, la propaganda funciona muy bien hasta que deja de hacerlo -- no por nada España y Estados Unidos son dos de los países con menos confianza en sus medios de comunicación -- y cuando la gente deja de creerse la visión oficial las élites descubren que sólo se puede tener el poder si un número importante de gente está dispuesto a cedértelo, y que no es posible vivir perpetuamente a espaldas de la gente.

      No sé, me gustan las ideas de Greer, también en este respecto de que las élites no son omnipotentes ni actúan de forma coordinada en todo el mundo.

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    3. Buenas,

      Ser conservador en lo político y social no es incompatible con ser conservacionista (del ecosistema) pero sin ser incompatible (hay tenemos el caso de Greer) no es común que sean cosas que vayan unidas ¿por qué? El conservador se opone al cambio, fundamentalmente social y político, y como el sistema económico vigente, sobre el que descansa el orden social, está basado en lo que Jordi Llanos llama "la depreciación de los bienes comunes" (el caso más sencillo de entender es el de aquel que echa su mierda al aire o al río sin pagar por ello, enriqueciéndose con la venta de la producción y cargando las "externalidades" sobre el hombro del vecino), entra en claro conflicto con la conservación del ecosistema. Los ecosistemas están destrozados porque se han usado sus recursos y utilizado como depósitos de basura, en ese proceso mucha gente, generalamente conservadora, se ha enriquecido, y se han hecho "conservadores" porque les apetece conservar su riqueza y su jerarquía. Por eso los conservadores en el tema ecológico siempre inciden en el control de la población, o por lo menos es el punto sobre el que más llamán la atención.

      Reconozco que no leo mucho a Greer, mucho menos de lo que me gustaría, pero yo no lo definiría como conservador, tampoco como progre, es un heterodoxo, una persona que no encaja en los cánones establecidos.

      un saludo,

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    4. Asier García Moradillo22 de marzo de 2016, 21:14

      Gracias por la aclaración, Jesús. Necesitaba que me aclarasen un poco el término conservador porque con la perversión neoliberal del lenguaje a veces me quedo con la duda si una palabra no tenía un significado completamente distinto en su origen.

      Desde ese punto de vista, Greer desde luego que no sería conservador en el sentido de querer mantener el statu quo, pero lo que sí que le he leído alguna vez es que hay que desconfiar de los grandes cambios y revoluciones, porque históricamente la mayoría de las veces el nuevo sistema resultó ser aún peor que aquel al que sustituía. También es un firme defensor de las tecnologías probadas, y en su serie de ensayos "Retrotopia" defiende el uso de tecnologías y procedimientos que han demostrado funcionar en el pasado (basándose principalmente en los Estados Unidos de finales del XIX a principios del XX). Tal vez se le podría definir como prudente, en ese sentido.

      Si te gusta leer a Greer, me gustaría recomendarte el libro "Dark Age America", que según su web saldrá a lo largo de este año. Como ya sabrás, la mayoría de sus libros son recopilaciones de posts suyos y, para mi gusto, la serie Dark Age America contiene bastantes de sus mejores posts, que ya es decir.

      Bueno, dejo esa recomendación aquí para todos, un saludo

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    5. Buenas Asier,

      La verdad que coincido bastante con el pensamiento de Greer que me estás transmitiendo, e incluso, salvo lo de las revoluciones, diría que coincidimos muchos de esta asociación.

      Yo también te voy a recomendar un par de lecturas.

      Respecto a las revoluciones esto lo escribí yo, ya me dirás si coincide con el pensamiento de Greer. Alguno en la asociación no está de acuerdo conmigo

      ¿Cambiar el sistema como solución?

      Y respecto a lo que dices de las tecnologías probadas, en eso Greer coincide con Taleb. Aquí una reseña que hicimos sobre su libro Antifrágil

      Enseñanzas de Nassim Nicholas Taleb sobre la antifragilidad (I)

      Enseñanzas de Nassim Nicholas Taleb sobre la antifragilidad (II)

      Ya me dirás si te gustan los textos y si te son útiles.

      un saludo,

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  4. Asier García Moradillo20 de marzo de 2016, 13:58

    Buenas, era para preguntar si habéis recibido el comentario que escribí anoche; no sé si no lo mandé bien o es que no lo habéis aprobado. Si el comentario fuera inapropiado por algún motivo, no tendría problema en escribir sólo el enlace que quería destacar.

    Gracias y un saludo

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    1. Buenas,

      Me despisté un poco. No hay nada inapropiado en el comentario.

      un saludo,

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    2. Buenas Asier,

      Lo que comentas de Greer es interesante. Tiene sentido que sea necesaria una base más amplia de beneficiados para apuntalar el sistema.

      un saludo,

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  5. Asier García Moradillo21 de marzo de 2016, 17:49

    Gracias Jesús. También apuntar que Greer distingue dos clases más, la clase rentista o inversora y la clase que recibe ayudas sociales:

    "People who get most of their income from one of those four things have a great many interests in common, so much so that it’s meaningful to speak of the American people as divided into an investment class, a salary class, a wage class, and a welfare class"

    Gracias y un saludo

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  6. Impactante esta otra forma de verlo.
    https://twitter.com/DrSirera/status/711560969823064064
    Historiador C.Sirera ‏@DrSirera 20 mar.
    Historiador C.Sirera Retwitteó Jeet Heer
    Exactamente lo mismo que ocurrió con la Segunda República española: Historiador C.Sirera

    Jeet Heer @HeerJeet
    This is a truth that is conveniently forgotten.
    http://billmoyers.com/story/weimar-america/

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